domingo, 13 de junio de 2010

La paciencia y la espera.

En éste mundo loco y de carreras en el que vivimos hoy, a todos nos hace falta la paciencia. Todos la queremos tener y todos la necesitamos tener, pero nos cuesta aprenderla. A donde vamos hay que hacer grandes colas, y nos deseperamos; a donde vamos hay que hacer varios trámites, y nos desesperamos; cuando queremos o necesitamos algo tenemos que esperar varios días o meses para obtenerlo, y nos desesperamos.

Hasta donde hemos visto la única solución que hay para adquirir paciencia es "esperar". Tenemos que aprender a saber esperar en la cola que nos tocó; tenemos que aprender a hacer los trámites al ritmo de quien nos atiende; tenemos que aprender a esperar por lo que queremos o necesitamos. Conocemos varios amigos a los cuales les ha tocado esperar por algo en el trascurso de su vida, uno de ellos esperó 20 años para salir de sus penas económicas; otro más esperó 25 años por su auto de agencia; otra más esperó 30 años por su casa propia; otro más espero 50 años para que su padre le dijera: "Hijo, te quiero mucho". No somos los únicos en el mundo a los cuales la paciencia les hace falta. Dice la palabra de Dios que el Señor Jesús cumplirá en el año 2033, dos milenios esperando porque su iglesia, su "esposa", esté sin mancha, sin arruga, y ataviada para la boda.

¡Qué paciencia la que nos muestra nuestro Señor! Cualquiera dirá, sí, pero El es Dios. Perfectamente cierto, pero ¿acaso eso no tiene más mérito? Siendo Dios, pudo haber chasquiado los dedos y hacer que su esposa apareciera como a El le parece, sin tener que sentarse a esperar. Dios es paciente para con nosotros pudiéndo no serlo, esa es una lección que aunque nos cueste aprender debemos luchar por aprender. Meditemos.

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