miércoles, 23 de junio de 2010

Cuando se rompen las reglas.

En la vida y para la vida, no sólo de nosotros los humanos sino aún en la de los animales, existen normas o reglas que hemos de cumplir si no queremos tener problemas serios. En los animales las reglas casi que se reducen a una sola... mantenerse dentro de la manada. Para nosotros los humanos son un poco más amplias, pero aún así, cuando se rompen hay que pagar las consecuencias.

El Señor nos dió el privilegio de tener un jardín amplio en nuestra casa, por lo que dispusimos aprender a sembrar una hortaliza. Leímos acerca de las semillas a sembrar debido al clima frío; preguntamos a los expertos cómo y cuándo preparar la tierra; cómo y cuándo sembrar y cosechar; cómo y cuándo abonar la tierra; cómo, cuándo y con qué fumigar; etc. El año pasado a pesar de seguir las instrucciones el invierno nos ganó la partida viniendo antes de tiempo y perdimos la cosecha de tomates. Este año todo iba mucho mejor... hasta que, por obligaciones mayores se nos pasó "una, una sola fecha de fumigación", el problema resultó en que habiendo sembrado chiles pimientos cosechamos ratones. Solución, arrancar las matas y fumigar la tierra en seco, para evitar enfermedades mortales para el humano, y que la tierra pueda volver a servir la próxima temporada.

Dios le pidió a su pueblo que guardara normas mínimas, en Deuteronomio 28 nos las da. Básicamente se reduce a una o dos que encierran todas las demás. "Si oyereis hoy mi voz, y me obedeciéreis... yo os bendeciré". Exteriormente podemos ir por la calle con la mejor ropa de marca del día; podemos ir en un vehículo último modelo; podemos trabajar en el edificio más bello de la ciudad; y podemos usar el mejor perfume salido al mercado... pero por dentro, si no tenemos a Dios y si no seguimos sus normas (es como si el invierno nos traicionara o no fumigáramos)... y tenemos una plaga de ratones dentro. Tendríamos que ser arrancados para no contaminar a otros con enfermedades espirituales, y habría que hacer una fumigación espiritual. Nuestra bisabuela Sofía nos decía: "Caras vemos, corazones no sabemos"... eso también aplica a lo espiritual cuando se rompen las reglas. Meditemos.

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