domingo, 19 de septiembre de 2010

¿Por qué se desagradó Dios con su Pueblo?

La gran mayoría de personas creyentes o no creyentes, ha escuchado la historia del Pueblo de Dios, Israel. Antiguamente Dios hablaba en persona con quienes le seguían y le agradaban, entiéndase Adán, Abel, Enoc, Noé, y luego, le habló a Abraham.
Entendiéndose que fue a Abraham a quien le dió una promesa: "Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré; y haré de tí una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición", y la bendición a todas las naciones "incluía" lo siguiente: "A quien te bendiga, bendeciré; pero a quien te maldiga, maldeciré" (Génesis 12:1-3).

Así, pues, fue con Abraham y con la promesa hecha a él que se dió inicio a la nación que más tarde sería llamada Israel, pero que en sus inicios se llamó "la simiente de Abraham", la única condición que Dios le había puesto a Abraham, éste la cumplió y por ello fue bendito: "alejarse de su pueblo, de su tierra, y de su familia", la razón... eran idólatras (vea Josué 24:1-3). Cuando los descendientes de Abraham dejaron de adorar solamente a Dios, convirtiéndose en adoradores de los dioses paganos, entonces fueron a cautiverio todas las veces que lo hicieron. Fue así, cómo, a Jeremías le dice nuevamente: Así dirás a éste pueblo: "Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron, y me dejaron a mí y no guardaron mi ley, y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí... por lo tanto los arrojaré de la tierra a tierra extraña" (Jeremías 16:11-13).

Dios se enojó más con los que ni siguiera oyeron su voz, que con los que habían caído en idolatría (aun y cuando castigó a ambos) porque lo ignoraron. No seamos nosotros hoy, igual que aquellos, pues sufriremos los mismos cautiverios. No idolatremos a otros dioses, ni dejemos de escuchar la voz de nuestro Dios, porque eso desagrada a Dios. Meditemos.

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