La escritura es muy clara en decir que, o somos esclavos de Dios o somos esclavos del pecado, ahora bien, lo curioso es que cuando somos seguidores del pecado... somos esclavos de nuestras debilidades; pero, cuando somos esclavos de Dios... somos libres de esas ataduras.
Dios es quien nos da la gracia para dejar de visitar a la mujer ajena, para dejar de fumar, para dejar el licor, los negocios sucios, las mordidas o palancas, la mentira, quien nos hace puntuales (por cierto, sabía usted que cuando no somos puntuales, somos ladrones, pues le robamos su tiempo a otros), etc. y al no tener esas ataduras entonces somos libres. Pablo nos exhorta a que cuando ya seamos libres de la esclavitud del pecado, tengamos cuidado de no abusar de la libertad. En 1era. Corintios capítulo 8 todos sus versos nos hacen el llamado en ese sentido. Allí, Pablo nos habla como ejemplo de las comidas, pero podemos aplicarlo a casi cualquier situación de nuestra vida.
La escritura también nos dice que: "Todo lo podemos hacer, pero que no todo conviene ni nos es lícito". En otras palabras, al seguir a Jesús él nos da libertad pero debemos cuidar que no se convierta en libertinaje, pues eso no le agrada a él, y más aún, puede llegar a ser tropezadero para alguien más pequeño o que esté fuera de la gracia de Dios. Cuidemos pues nuestro vivir para no entorpecer la caminata de otros. Meditemos.
jueves, 23 de septiembre de 2010
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