lunes, 20 de septiembre de 2010

Las recompensas de los salvos.

Como lo hemos dicho en otras ocasiones, la primera epístola de Pablo a los Corintios les fue escrita porque había "mucha confución doctrinal", tanto así, que la libertad que Pablo les había dicho que da el tener la salvación por un llamamiento de Dios (ver versos 1-3 de 1era. Corintios), no por palabras persuasivas de humana sabiduría, la habían convertido en libertinaje, al extremo de que un hijo tuvo como mujer a la mujer de su padre pero como iba a la congregación, creía que hacía bien (1era. Corintios 5:1-6).

Pablo inicia su mensaje de corrección a las malas doctrinas, haciéndoles ver a los cristianos de Corintios (no a los corintios en sí), que el día del juicio "todos" los creyentes seremos juzgados para entregarnos galardones. El grado de galardón, o la cantidad de galardón que recibamos, no dependerá de cuánto hayamos hecho sino de la calidad de lo que hayamos hecho. La salvación no se nos dará tampoco por lo que hicimos, sino por creer en el fundamento que es Cristo Jesús. Nadie puede poner otro fundamento, pues ningún otro fundamento da la salvación (ver verso 11). Pero, volviendo a las obras y a sus galardones Pablo expresa: "La obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará, si permanece la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa; si la obra de alguno se quemara, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo" (1era. Corintios 3:8-15).

Salvos serán sólo los que crean en Jesucristo, nadie más. Pero entre quienes creamos en Jesucristo se darán galardones, esos galardones, repetimos, no dependerán de lo que hicimos sino de la calidad de lo que hicimos, pues cuando sean sopesados y probados en el fuego lo que quede... será lo que designe el galardón a recibir, pero salvos seremos todos los que creamos en Jesucristo. Meditemos.

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