miércoles, 22 de septiembre de 2010

Después de Dios... usted.

La idea de Dios al crear el universo fue poner como "centro" del mismo al hombre. Lo más importante para Dios en su creación es la raza humana, usted, su familia, Su Pueblo. Es quizás esa la razón por la cual primero creo los cielos y la tierra, luego creó todo lo que en ellos existe, para de último, cuando ya todo estaba dispuesto... poner al hombre sin que nada le faltara (vea Génesies 1).

Sin embargo, en el plan perfecto de Dios estaba contemplada la caída del hombre, ésta no le tomó por sorpresa. Dios NO improvisó el día que el hombre cayó, ya sabía el camino a seguir. Ese camino contemplaba la selección de un pueblo santo, con el cual había de hacer un pacto, y todo aquél que cumpliera con ese pacto sería considerado Su pueblo. En el Antiguo Testamento eso quedó muy claro pues si usted no era nacido de padres israelitas, usted NO tenía la opción de salvación, todos los demás pueblos eran considerados "enemigos" de Dios. Eso usted lo puede comprobar fácilmente leyendo casi cualquier porción de "todos" los libros del Antiguo Testamento. Para el Nuevo Testamento ese pacto que Dios había hecho cambió, pues mucha gente del pueblo de Dios lo dejó por otros dioses.

La libertad convertida en libertinaje fue lo que descalificó a muchos del pueblo antiguo de Dios, hoy, no es diferente. Desde que Jesús estuvo en cuerpo y alma sobre la faz de la tierra han habído errores doctrinales como Pablo se los hace ver a los Corintios. No es la letra, ni las ideas, ni seguir al hombre lo que nos salva, pues Pablo dice: "Porque la sabiduría de éste mundo, es insensatez para Dios, pues escrito está: Dios prende a los sabios en su astucia; el Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos" (1era. Corintios 3:19-20), es la relación diaria con Dios, la fe en Jesucristo la llave de la salvación. Meditemos.

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