domingo, 3 de abril de 2011

Se ha sentido solo.

En los momentos en que se ha sentido solo, se ha puesto a pensar en la soledad que han sentido durante los siglos, los grandes hombres de Dios. Casi ningún hombre de Dios que haya hecho proezas, ha dejado de sentirse en la más grande de las soledades.

Abraham, hasta su nombre lo hacía sentirse mal, "padre de multitudes", y no tenía hijos. Noé, ciento veinte años escuchando las burlas y las carcajadas de las personas que lo miraban construyendo una arca "en un valle", ni siquiera a la orilla de un río o de un lago. David, pastoreando ovejas y tocando un arpa bajo la sombra de un árbol. Jesús, orando solo en la montaña, mientras sus doce "amiguitos" dormían, acaso el único que estaba despierto era porque estaba al acecho de su vida, vaya compañía. Todos los hombres de Dios se han sentido, se sienten, o se sentirán solos en alguna ocasión.

Lo que nos viene a decir que es un "privilegio" que Dios nos regala cuando, siguiéndolo, tenemos nuestros momentos de soledad. Son momentos en los que debemos aprovechar para pedirle una guía, una luz, qué hacer, cómo hacerlo, para qué hacerlo, con quién hacerlo, en dónde hacerlo... al menos eso nos enseñan los héroes de la biblia. Meditemos.

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