jueves, 3 de febrero de 2011

La diferencia entre el valiente y el cobarde.

Siempre, y especialmente en éstos tiempos, hay personas que creen que el valiente es aquél que carga una pistola en la cintura y que no mide las consecuencias si es necesario sacarla para disparar. En el lejano oeste esa era la ley, el más rápido era el más valiente.

En términos bíblicos una persona valiente es aquella que se atreve, aquella que acepta los retos, aquella que lucha por sus ideales y que no descansa hasta lograr la virtoria, o, al menos, haber hecho su mejor esfuerzo. Pues hemos de decir que ser valiente y alcanzar la virtoria no implica, necesariamente, que el resultado sea el que uno se propuso. Nos explicamos, usted puede tener un pariente enfermo de cáncer terminal, servirlo, atendendo, desvelarse con él, darle de comer, asearlo, darle sus medicinas... y luego irlo a enterrar porque la enfermedad se lo llevó. Usted no lo cuidó para llevarlo al cementerio, usted lo cuidó con toda la esperanza del caso para que estuviera bien y de ser posible se sanara, pero el que muriera no implica que usted fracazara. Usted es un triunfador, es un valiente, porque luchó, hizo el intento, y en ese intento, su mejor esfuerzo.

La diferencia entre el valiente y el cobarde es que, el cobarse quiere morirse durante la prueba para no pasarla, para no tener que sufrir, para no tener que luchar. El valiente se quiere morir cuando ya ganó, cuando ya sufrió, cuando ya hizo lo que tenía que hacer. Pablo se quería morir no cuando estaba preso, sino cuando estaba en la plenitud de sus poderes en el Espíritu Santo. Atrevámonos a ser valientes, puesto que si tenemos a Dios con nosotros SI SE PUEDE. Meditemos.

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