viernes, 25 de febrero de 2011

Dos maldiciones.

Se ha preguntado usted por qué cada vez que hace su trabajo hay problemas, que si vende un terreno, hace falta un papel que antes no había que tener; que la persona que firma no llega; que al cheque le pusieron mal el año; que el plano hay que renovarlo; que hace falta una medida en la escritura, etc.

Y si una mujer está embarazada, que las naúseas, que los mareos, que los vómitos, que el reposo, que no se puede dormir, etc. ¿Sabe el por qué de tantas molestias en hombres como en mujeres? Pues simplemente porque son dos maldiciones que Dios nos dió a causa del pecado. A la mujer le dijo primeramente: "Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz a tus hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de tí" (Génesis 3:16). La maldición a la mujer fue triple: Dolores múltiples, su deseo (voluntad) estará sujeta a su marido, y, él se enseñoreará de ella. Aunque usted no lo crea: "El primer machista de la historia humana... Dios", como castigo al pecado. Al hombre le dijo: "Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida" (Génesis 3:17). La maldición del hombre fue doble, maldición y trabajo forzado por la tierra, y, angustia en los tiempos de comida.

¿Es usted mujer y se molesta por los dolores de parto, y por tener qué sujetarse a la voluntad de su esposo? Hable con Dios, y que sea él quien la guíe. Es usted hombre y no entiende por qué a cada hora de comida tiene que haber disgusto, y por qué el trabajo cuesta que le rinda frutos. Hable usted con Dios, y que sea él quien le explique. Meditemos.

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