martes, 17 de mayo de 2011

¿Por qué pecan los grandes hombres de fe?

Uno piensa que si una persona está consagrada a Dios... TIENE que ser perfecta. A cualquier persona se le perdona una mala expresión, un arrebato de cólera, un deslíz, pero no a un hombre de fe.

Ese ha sido el pensar de la humanidad durante toda su historia. Aceptamos que un asesino, que un secuestrador, que un violador, o hasta los políticos, mientan, roben, engañen, sean adúlteros, sean abusadores, etc. Pero con respecto a los hombres de fe, no, ellos DEBEN ser o demostrar perfección. Quizás fue por ello, que Dios nos ha permitido el testimonio de los grandes hombres de fe, en ocasiones pasando el Niágara en bicicleta como decimos coloquialmente. Vemos a un Abraham, adúltero... pero amado por Dios. Vemos a un Noé, borracho (y que no se crea que fue una casualidad ese acto, pues el hombre "se dedicaba al cultivo de la uva")... pero amado por Dios. Vemos a un David, abusando de su condición de líder... pero amado del Señor. Vemos a un Pedro y a un Jacobo, con un carácter del demonio (Jesús mismo los llamó Bonaerges, que significa Hijos del Trueno)... pero amados del Señor.

No estamos "disculpando los pecados de los líderes", y gracias a Dios "tampoco" estamos disculpando ningún pecado nuestro. Lo que tratamos de decir o explicar es el hecho, de que para Dios, no es la situación actual nuestra la que importa sino el final. No importa cómo iniciemos la caminata sino cómo la terminemos delante de sus ojos (no de los hombres). Meditemos.

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