viernes, 6 de mayo de 2011

Acortar o alargar nuestros días.

Dios es quien tiene el control de cada ser humano, lo creamos o no creamos, es EL quien reina en nuestras vidas y quien permite que nos suceda cada evento en el transcurso de ella.

Dice el Salmo 24:1: "Dios es el dueño de la tierra y de todo lo que en ella habita", y todos sabemos lo que un dueño puede hacer o dejar de hacer en su propiedad. Dice el cuarto mandamiento de la Ley de Dios: "Honra a tu padre y a tu madre, y te irá bien en la tierra y tus días sean prolongados" (Deuteronomio 5:16). Dice el salmista en el Salmo 102 y verso 24: "Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días". Ciertamente Dios tiene un plan para cada persona, pero muchos son los que han sido cortados en su juventud, o antes de tiempo debido a sus propios errores, a la desobediencia a una órden de Dios, o simplemente por imprudencias. ¡Cada acción que una criatura de Dios tome, DEBIERA ser consultada con Dios!. Por actuar según nuestros propios criterios es que cometemos errores, tan graves, que en su oportunidad muchos han perdido la vida material. Saúl es un caso claro (1era. Samuel 28).

Cada día, es uno de los principios que hemos defendido, declarado, y exhortado a diario en ésta ventanita, debiéramos preguntar a Dios ¿Lo hacemos? ¿Es el tiempo? ¿Podemos? ¿Estás de acuerdo? ¿Nos lo permites? ¿Quiéres que lo hagamos?. Meditemos.

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