jueves, 5 de mayo de 2011

A no ser... por fornicación.

Todo creyente sabe que cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio es hasta que la muere los separe. Pero, como en todo en la vida, hay escepciones. Una de ellas la dijo el mismísimo Jesucristo.

La declaración que uno hace delante del altar es: "Prometo amarte en la riqueza y en la pobreza; en la salud y en la enfermedad... hasta que la muerte nos separe". Pero, Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre sobre ésta tierra, conociendo que hay circunstancias en la vida que nos son ajenas, y, de las cuales no tenemos la culpa, haciendo derroche de amor, misericordia, y justicia, hizo una escepción: "La fornicación" (5:32). Este, es un término que no hemos aprendido bien por la simple y sencilla razón de que no nos lo han enseñado bien. La palabra original griega que Jesús utilizó es "porneia" cuyos significados son: "adulterio, fornicación, lesbianismo, homosexualidad, intercurso con animales, y la idolatría". Cuando usted analiza éstos términos, usted se da cuenta que ciertamente el vínculo del matrimonio es sagrado para Dios, y por esa misma razón es que NO permite que usted siga casado o casada con una persona que cae "neciamente" en éstos pecados.

Aquí vemos, lejos de una salida a la disolución del matrimonio o una contradicción de Dios, su amor y su misericordia al no permiterle a usted estar acostándose con una persona que tiene desviaciones sexuales. Para la educación que hemos recibo esto suena duro, pero es la Palabra de Dios clara y concisa. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario