viernes, 20 de mayo de 2011

Lo que no apreciamos... el Señor nos lo quita.

No es difícil encontrarnos en una situación de pérdida de algo o de alguien, y las consecuentes preguntas que vienen consigo ¿por qué a mí? ¿Por que ahora? ¿Pero, qué pasó? ¿Por qué pasó?, etc.

Dios ha demostrado su amor y su misericordia siempre para con el hombre, vea usted en dónde le puso y cómo le puso cuando lo creó. No fue en un ambiente inhóspito, salvaje, alejado, y sucio, sino todo lo contrario, era tan bueno que hasta el día de hoy cuando alguien le quiere decir a usted que visitó un lugar bonito y agradable, le dice: Tenés que visitarlo es un Paraíso. Pero el hombre lo perdió porque no lo supo apreciar. El pueblo de Israel fue puesto en un territorio como no lo hay sobre la faz de la tierra, pero no lo apreció y el Señor lo mandó al cautiverio lejos de esa tierra. Nabal era un hombre provisto de mucha riqueza y una mujer bella, servicial, y tierna, pero no la supo apreciar y perdió todo, hasta la vida.

Nosotros hemos sido previstos de mucho en nuestro entorno, pero si no lo vamos a saber apreciar, tengamos por seguro que el Señor nos lo va a quitar. Mucha riqueza hay en el barbecho del pobre dice la escritura. Barbecho es un terreno con mucha abundancia, pero que se pierde porque el dueño no la sabe cultivar. Meditemos.

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