lunes, 16 de mayo de 2011

El justo vivirá por fe.

Corría más o menos el año 600 antes de Jesucristo, había en Israel un profeta llamado Habacuc, éste miraba horrorizado cómo siendo Dios un Dios tan limpio, tan puro, tan justo, podía permitir que una nación sedienta de mal y de perversidad pasara por encima de una ciudad justa (Babilonia sobre Israel).

Es entonces cuando Dios le da una visión (y sabemos que fue Dios puesto que todo lo que vió, se cumplió), y le da 6 ayes sobre la nación malvada: 1- ¡Ay del que multiplicó lo que no era suyo!; 2- ¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, para poner en alto su nido, para escaparse del poder del mal!; 3- Ay del que edifica ciudad con sangre!; 4- Ay del que da a beber a su prójimo!; 5- Ay de tí, que le acercas tu hiel, y le embriagas para mirar su desnudez!; 6- ¡Ay del que dice al palo: Despiértate; y a la piedra muda: Levántate. ¿Podrá él enseñar?. Casualmente, esos mismos ¡ayes! son los que nos están destruyendo hoy en día.

Acerquémonos a Dios en todo y para todo, pues la condición del corazón humano es muy fácil de deteriorarse si no es así. Podremos decir que ¡cómo es posible que alguien cometa semejantes atrocidadez!, pero si no nos acercamos a Dios todos los días... terminaremos cayendo en alguno o en todos ellos. Sólo acercándonos a Dios a diario, podremos vivir como los justos... por fe. Meditemos.

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