sábado, 24 de abril de 2010

Se miran buenas personas.

Hace alrededor de 50 años estábamos con nuestra bisabuela Sofía en la puerta de su casa, entre paréntesis, en esos tiempos no sólamente se podía sentar una señora con sus hijos o sus nietos así, sino que era una costumbre hacerlo todos los días al atardecer. Pues bien, cuando estábamos allí, pasó una señora con sus hijos, y como eran conocidos, nosotros le dijimos: qué señora tan buena es doña fulanita, verdad. Y su respuesta aún resuena en nuestros oídos: "Te lo digo dentro de cuarenta años mijo, cuando sus hijos estén grandes y hayan demostrado cómo los educaron".

Años más tarde, tuvimos el gran regalo de tener un encuentro personal con Cristo, y leyendo las escrituras, entendimos todo el significado de aquellas palabras de la bisabuela. Pablo les dice a los Tesalonicenses en su primera epístola, en los versos 19 y 20 del capítulo 2: "Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo en su venida? VOSOTROS, sois nuestra gloria y gozo". Pablo, al ser iluminado por Dios y lleno del Espíritu Santo, logró entender, y nos lo explica, que: "Nuestros frutos espirituales, el testimonio que demos a los demás, ESO es lo que nos dará gloria y gozo, y que debemos vivir toda la vida con la esperanza de que Nuestro Señor Jesucristo será quien nos capacite para ello".

No son las construcciones que dejemos, no es el capital que dejemos en el banco al morir, no es la gran empresa que heredemos a nuestros hijos lo que nos dará gloria, gozo y honra cuando ya no estemos. Es el capital humano que hayamos dejado lo único que hablará de nosotros. Es el testimonio que den nuestros hijos materiales; la calidad, no la cantidad, de hijos espirituales que dejemos al partir lo que hablará de nosotros; todas aquellas obras buenas que hayamos hecho hacia los amados del Señor (especialemente los niños, las viudas y los huérfanos), lo que hará que otros digan de nosotros... era buena persona, pero más importante aún, lo que nos hará buenas personas delante de Dios. Meditemos.

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